Para un diseñador de iluminación, todas las habitaciones residenciales tienen la misma importancia; incluso las juveniles. Por esa razón seleccionan y hasta diseñan piezas que cubran dos características indispensables: originalidad y funcionalidad. Estas lámparas reúnen ambas, más una nota divertida y alegre que hace sonreír a quien habita el espacio donde se coloquen.
Bicoca, de Marset
Su diseño parte de una superposición de figuras geométricas básicas con una pantalla orientable para dirigir la luz en los espacios juveniles. Creada por Christophe Mathieu, está realizada en policarbonato y es de bajo consumo. Ligera, no requiere cable porque es portátil y funciona con batería.
La Bicoca de Marset resalta por su autonomía, pero también por su versatilidad. Puede colocarse un imán bajo su base para asegurarla a superficies metálicas, incluso de modo vertical, desafiando la gravedad. También incluye un accesorio que permite apoyarla en el respaldo o en el brazo del sofá, así como en la cabecera de la cama. Además, se ofrece un disco metálico para colocarlo debajo del mantel en las ocasiones en que hay que fijar la Bicoca a la mesa. La amplia gama de colores, seis, se adapta a gustos y espacios distintos.
Banana Lamp Daisy, de Seletti
Es portátil, recargable y regulable; es decir, reúne la trifecta perfecta para las habitaciones juveniles, en donde la función de un objeto es tan importante como su aspecto decorativo. Banana Lamp Daisy está hecha de resina, a mano por Studio Job para Seletti, y tiene pantalla de vidrio. Proporciona 20 horas de iluminación con carga completa y se recarga vía USB en 7 horas. Está disponible en otras versiones: Phooey, cuyo diseño es más compacto y de acabado dorado. La versión Louie tiene un terminado amarillo dorado y es más vertical, en tanto que el diseño de la Dewey es más abierto y ocupa más espacio. La Huey se asienta sobre las superficies de manera más sólida. Todas estas versiones incluyen cable tomacorriente de 2.8 m y accesorio para regular la luz.
Jacqueline, de Penta
Ad hoc a las necesidades de movilidad actual, esta pieza de iluminación es portátil y recargable. Su diseño, fruto del creativo Umberto Asnago, tiene un matiz femenino y juguetón, muy apreciado en espacios juveniles, que combina el placer de la tecnología con el cuidado de todos los detalles para resaltar su apariencia. La iluminación de la Jacqueline, de Penta, es una cuestión de equilibrio entre la atmósfera y la funcionalidad. La fusión de elementos en su estructura añade una creciente versatilidad, que se extiende a la rica variedad de luces. Posee estructura de aluminio anodizado y detalles de cuero cosidos a mano. Está disponible en varias combinaciones: oro/mostaza, grafito/antracita, rosa polvo/castaño, azul/azul noche, y en dos tamaños, para elegirla en función de las dimensiones del espacio. Su batería recargable proporciona 30 horas de luz. La grande tiene versión que incluye tomacorriente.
Martello 240, de Astro
Esta pieza de iluminación ofrece la oportunidad única de ser personalizada por el usuario. Esta hecha en yeso, que puede pintarse fácilmente, por lo que es posible elegir el color para complementar el diseño interior del espacio donde va a colocarse. Tiene la ventaja de que teñir la pieza no afecta la garantía en modo alguno, ya que no se manipulan las partes técnicas. En tanto que el yeso es un material poroso, los expertos de Astro recomiendan sellar las superficies de la Martello 240 con dos capas de primer, antes de pintarla, dejando secar bien entre una y otra. Luego, cubrir con masking tape la parte interior para preservar el color original y el brillo. Después, aplicar el color elegido en capas delgadas, ya sea en spray o con brocha. La brocha añadirá un toque de textura, en tanto que el atomizador hará una superficie más homogénea. Es posible que requiera varias capas para que se obtenga el tono deseado.
Dipping Light, de Marset
Encendida, sus distintas tonalidades de pintura filtran la luz creando un efecto mágico en el entorno. Apagada, se transforma en una esfera de cristal de colores, un objeto con una gran carga estética que bien podría usarse meramente como decorativo. Dipping Light nació como un experimento: sumergir una bombilla en pintura varias veces. Como resultado, las diversas capas de pintura dibujan círculos concéntricos y atrapan la luz, atenuando su intensidad. De este modo, la pintura se convierte en pantalla coloreando la luz y confiriéndole textura y proyectándola. Como soporte se añade una base de latón. Este proceso artesanal hace que cada pieza sea única y exclusiva. Verde, ámbar, rosa, blanco, azul y negro son los colores disponibles, y en función de ellos cada lámpara ilumina en distintas tonalidades de luz.
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