De la lámpara de petróleo, a la luz ecológica

De la lámpara de petróleo, a la luz ecológica

La tecnología, como en cualquier otra industria, también ha modificado el mundo de la iluminación. Es decir, en un inicio solo se utilizaban ciertos materiales, como el petróleo y otros compuestos químicos (aunque fueran muy contaminantes) para hacerle frente a la oscuridad. Al paso de los años, la iluminación ecológica se posicionó como la opción para iluminar la vida de las personas y atrás quedó la quema de productos que podrían ser dañinos para la salud de las personas. ¡Hoy la luz ecológica es la protagonista!

Lámparas de petróleo, el inicio

Las lámparas de queroseno se utilizaban desde el siglo X así lo indica el texto titulado Libro de los secretos, del persa Al Razi. El autor describió algunos métodos para la producción de queroseno que en ese entonces se conocía como aceite de alumbrado. Además, durante la dinastía Ming, los chinos hicieron uso del queroseno a través de la extracción y purificación del petróleo que luego convertían en combustible para las lámparas. Es decir, los chinos ya utilizaban el petróleo para encender lámparas y calentar los hogares desde el año 1500 a. C. Para el año 1853, el polaco Ignacy Lukasiewick fabricó una lámpara de petróleo más moderna que se popularizó y comenzó a utilizarse en diversas partes del mundo. A partir de ahí, varios fabricantes, especialmente en Europa y Estados Unidos, desarrollaron varios modelos de lámparas de petróleo.

Lámpara petróleo

Afecciones de salud

Sin embargo, los humos del queroseno están asociados al desarrollo de infecciones respiratorias, como asma y tuberculosis, así como a enfermedades oculares, como el desarrollo de cataratas y algunos tipos de cáncer, especialmente de pulmón y de las mucosas de nariz y garganta. En la actualidad, el queroseno se utiliza como disolvente para la limpieza de motores de vehículos, así como en la formulación de insecticidas. En la antigüedad, el queroseno también se usaba como combustible para las estufas y para hacer funcionar los refrigeradores. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó que no se utilice este componente dentro de los hogares por el riesgo que supone la inhalación de los humos del queroseno, especialmente en mujeres y niñas, en quienes recae la preparación de los alimentos para la familia.

Arriba la electricidad

Con la electricidad como fuente de luz, atrás quedó respirar los humos contaminantes y dañinos del queroseno y otros compuestos químicos. Así, la tecnología logró que la luz fuera cada día más limpia y segura para el uso humano. Incluso, con el desarrollo de los focos y bulbos, la iluminación comenzó a ser no solo un privilegio para la clase alta, sino una necesidad para los hogares, las empresas y los espacios públicos. Los sistemas de iluminación se volvieron cada día más eficaces y lograron “atrapar” la luz y proyectarla de distintas formas. De allí que diversas empresas internacionales comenzaran a fabricar de forma masiva focos que tenían un vida útil muy corta, ya que sus filamentos rápidamente perdían estabilidad y se fundían. 

Focos halógenos 

En promedio, la vida de un foco era de entre 400 a 750 horas de uso. Con el desarrollo de los focos halógenos se alcanzó una duración de hasta 10,000 horas. Pese a que su vida útil era más larga, también se corría el riesgo de incendios o quemaduras. Los focos rápidamente se estrellaban por la elevación de la temperatura y podían, incluso, explotar. Ello generaba riesgo de accidentes y lesiones por vidrios, especialmente si se intentaba cambiar las bombillas fundidas sin cubrirse los ojos. Con la llegada de nuevas tecnologías de iluminación, como los leds, se logró quintuplicar la vida útil de un foco: de 10,000 horas a 50,000 horas o más. Por otro lado, aparte del incremento de su vida útil también se obtuvo mayor eficiencia lumínica y con tecnología limpia.

Tecnología limpia y segura

La tecnología light emitting diode (LED) que en español sería “diodo emisor de luz”, se caracteriza por el uso de un conductor que emite luz al ser polarizado. Para ello, circula energía en un solo sentido con lo que se crea una radiación electromagnética controlada que forma luz. Si bien hace 100 años que comenzó la experimentación con los diodos y la emisión de luz, gracias al trabajo del ruso Oleg Lósev que en 1927 experimentó con la tecnología led, fue hasta 1962 que la empresa General Electric desarrolló el primer foco led con luz completamente estable y constante. Sin embargo, fue el trabajo en equipo de los japoneses Isamu Akasaki e Hiroshi Amano, junto con el estadounidense Shuji Nakamura, lo que permitió el desarrolló de los focos led tal y como se conocen actualmente. Su investigación les valió el Premio Nobel de Física 2014.

Luz ecológica

A la tecnología de iluminación led se le conoce como ecológica, porque no utiliza ningún tipo de gases, combustibles u otros químicos que produzcan humos o calienten el planeta. Los focos led no contienen materiales contaminantes, son reciclables, tienen una vida útil muy larga y su consumo de energía es mínimo. Se necesitan 20 focos incandescentes para igualar la duración de uno led, de allí que la tecnología led encabece la iluminación en el mundo cada día. Incluso, las empresas de iluminación se acercan a esta tecnología para desarrollar de forma eficiente sus lámparas. Además, al no calentarse se evita el riesgo de sobrecalentar el área y causar un incendio. Por ello, este recurso tiene la capacidad de iluminar, sin destellos ni descargas, con menos energía y con un alto flujo luminoso. Los focos led pueden modificarse para incrementar o disminuir la temperatura de la luz y darle incluso toques de color. Finalmente, la preservación del ambiente se logra al incorporar la tecnología led, puesto que no se fabrica con materiales tóxicos y ello abona para reducir la huella ecológica.

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