Holística más que escultórica, como una actividad que tiene distintos alcances, es como Alex Fernández Camps entiende el diseño. Es casi un ejercicio cultural enmarcado en el contexto social, industrial y empresarial. Su aproximación a la actividad es peculiar, pues en lugar de trabajar sobre el objeto, trabaja a partir de las personas y las situaciones. Es decir trata de componer la pieza de la manera más sencilla posible. Entender, pues, al objeto a partir de su función a escala humana de una manera innovadora es lo que entiende por diseño.
Ofrecer soluciones, su motivación
Para el arquitecto nacido en Barcelona hace 50 años el eje de su trabajo son las personas. Es decir, ofrecer soluciones a las que ha destinado verdadera dedicación al conjunto y al detalle. Y por esa inquietud de participar en las soluciones de los objetos que nos rodean de manera decisiva es que se adentró en la práctica del diseño industrial.
Verdadero valor
Consciente de ser un eslabón en una cadena de valor de un producto, sabe que debe conocer los eslabones anteriores para que el diseño tenga sentido y verdadero valor. “El uso previsto del objeto es importante, pero también los condicionantes productivos. Es decir, hablar con los proveedores para maximizar soluciones, pensar en las personas que lo fabricarán e instalarán… El diseño es la fase de un proyecto donde más se pueden mejorar estos puntos”, señaló.
Origen multidisciplinario
Alex Fernández Camps comenzó en el diseño tras un origen multidisciplinario. Cursó estudios de arquitectura técnica a la vez que desplegaba su talento para la pintura, la fotografía y la instalación. “Como diseñador tengo un perfil muy industrial y terrenal, lo cual no está reñido con la creatividad sino que se retroalimentan en cualquier dirección”, comentó.
Delta D’Or 2012
Interesado en la forma de trabajar de los clásicos y de los industriales con espíritu emprendedor y profundamente resolutivo, cree que la empatía con los objetos y la durabilidad son factores clave hoy. En esa línea es que desarrolló Grow, uno de sus trabajos más emblemáticos y premiados. Se trata de una bicicleta que, literalmente, crece a medida que el niño crece. Es ligera, manejable y los usuarios establecen una relación con el objeto más allá del servicio esperado. Por Grow, Fernández Camps recibió el reconocimiento Delta D’Or 2012. Además, ha recibido el If Design Award 2009 por su primer proyecto de manera independiente: Sakana, un casco de ciclismo. En 2018 recibió otro If Design Award por el aparcabicis LocLock.
14 años con Bover
Con Bover, el diseñador ha formado una alianza muy productiva que comenzó en 2008 con el aplique Lea. Además, estableció una conexión especial con Gonzalo Milà. Su primer trabajo en conjunto fue la reconocida colección Fora en 2010. Se trata de una familia completa que incluye lámparas de piso, mesa, suspensión, muro y techo. Se distingue por su tecnología para la creación de la elipse totalmente estanca, así como por la fibra con materiales de alta resistencia que combina la técnica tradicional del tejido de mimbre.
Homenaje a Gaudí
Tres años más tarde nació Amphora, inspirada en las ruinas griegas y romanas de Ampurias. En 2015 diseñó la familia Garota, caracterizada por su pantalla en forma de erizo de mar. Ambas se desarrollaron en colaboración con Gonzalo Milà y se integran por distintas versiones y aplicaciones de interior y exterior. Dos años después surgió Cornet, que se distingue por sus líneas armónicas y sus formas orgánicas. Es una lámpara amigable que se mimetiza en el jardín pero crea una luz extensiva. Su nombre, por supuesto, es un homenaje al arquitecto Antoni Gaudí.
Oda al Mediterráneo
En 2019 creó Mediterrània. Esta se ha definido como una oda a la luz, la brisa y el aroma mediterráneos. En colaboración con Gonzalo Milá también realizó Syra y Elipse. El diseño más reciente de Fernández Camps para Bover es Valentina, una lámpara de suspensión que desprende una luz orgánica y se caracteriza por su perímetro ondulado.
